En este campeonato Lanús ya había jugado en varias oportunidades en escenarios adversos, y siempre encontró recursos para poder erguirse. Ayer parecía que la noche era más noche que nunca en Arias y Guidi con la expulsión de Iván Marcone, encargado de la contención del cuadro. Sin embargo, el Clásico del Sur volvió a tener un solo dueño y el Granate consolidó más que nunca su condición de líder en la zona 2.
Es para destacar la paliza táctica que Jorge Almirón le dio a Julio César Falcioni, de lengua larga pero de pocas ideas para plantar a Banfield en cancha. El Taladro, con un futbolista más durante 40’, jamás tuvo la intención de pisar el área local con convicción. Habrá sido por tener que salir de la zona de confort (tomar la iniciativa decididamente no estaba en el libreto), falta de jerarquía o miedo. El Grana supo reacomodarse y conformó un 4-4-1 con José Sand como única punta de lanza.
Miguel Almirón y Román Martínez sacrificaron sus responsabilidades ofensivas en el primer tiempo para conformar un doble cinco auxiliar, y cumplieron a la perfección. También contribuyeron el Laucha Acosta y Pablo Mouche, quienes retrocedieron 20 metros para volantear y obstruir las posibles arremetidas de los laterales rivales, de poca participación igualmente. Y sí, pese a estar en desventaja numérica Lanús construyó superioridad y pudo haber abierto el marcador a través de un claro penal, que Pepe Sand falló por un Hilario Navarro visiblemente adelantado.
Una mano tonta desembocó en la expulsión de Walter Erviti, llamado a ser el conductor de Banfield pero perjudicado por jugar contra la raya. Y fue sabio el ingreso de Víctor Ayala, porque no solo aportó consistencia a la medular sino que anotó un golazo de antología y causó peligro en cada pelota detenida. El éxtasis llegó gracias al contragolpe exquisitamente definido por Miguel Almirón en el acabose. Por la sangre guaraní se obtuvo un triunfo necesario en todo aspecto.