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Lanús, el dominante del fútbol argentino

Lanús sigue agigantando su legado. Y lo hizo de una manera memorable en el Cilindro de Avellaneda. El equipo ganó la Copa del Bicentenario de la Independencia como los hinchas aman ganar: de manera agónica. Será festejado por mucho tiempo el gol anotado por Brian Montenegro, recién arribado y ya anotado en la historia grande del club.
 
Vale mucho este triunfo, que le dio la quinta estrella a nuestra institución. Y Lanús demostró que le caen bien los grandes escenarios. Dio vueltas olímpicas en el Campín de Bogotá, La Bombonera y el estadio Monumental; la Copa Sudamericana empezó a conquistarla en el Pacaembú. Ahora asaltó el mítico estadio de Racing Club, dueño de una de las mejores atmósferas de nuestro fútbol.
 
El encuentro en sí mismo estuvo signado por los avatares que marcan los inicios de temporada. Aunque con más rodaje, Lanús todavía mostró ataduras para desenvolver su juego; esa tesitura se vio aún más pronunciada en la Academia. Incluso, Facundo Sava tuvo que atar a su once con alambres al colocar a un volante de contención como lateral derecho.
 
En cantidad de situaciones, fue Racing quien tuvo más claridad para pisar el área; es que Lanús recién da sus primeros pasos sin Gustavo Gómez. La presencia de Lautaro Acosta contra la derecha aplacó el andar de José Luis Gómez. Esta situación se destrabó con el ingreso de Brian Montenegro por Nicolás Aguirre. El Laucha comprendió que su factor principal de daño se encontraba del otro lado del campo, y posibilitó que la Coneja halle espacios para lastimar.
 
Lisandro López, asimismo, encontró peligro en las alturas de la cancha y bien pudo haber abierto el marcador en varias ocasiones. Matías Ibáñez, quien jugó su último cotejo antes de partir a Temperley, reaccionó bien cada vez que tuvo que abandonar el área chica.
 
La final, por contextura trabada, parecía destinada a la definición desde tiros del punto de penal. Pero Racing cometió una falla infantil en la salida. Y si hacés eso frente a un cuadro que tiene a Miguel Almirón en sus filas, lo pagás. El paraguayo edificó una carrera memorable y sorteó a todos los escollos racinguistas, sirviendo un balón legendario para su compatriota Montenegro.
 
El ex jugador de Nacional de Asunción, de 18 tantos sobre 21 encuentros en el último semestre, permitió que una estrella más brille en el firmamento granate. Una vez la bola incrustada en el arco custodiado por Nelson Ibáñez, el árbitro Germán Delfino sentenció el pleito. La alegría sigue siendo del Club Lanús.

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