La aventura de Lanús en la Copa Sudamericana 2016 ha terminado de manera imprevista y dolorosa. Porque se trata del mejor plantel que ha tenido la institución en su centenaria historia, pero jamás hizo pie en la serie. A raíz de esta situación, el Rojo se quedó con un marcador global de 3-0. Pero no hay nada que reprocharle a este Granate.
Dolerán por mucho los errores cometidos en el partido de ida, en el que el cuadro orientado por Gabriel Milito venció 2-0. Lanús quiso revertir esa situación adversa en el estadio Libertadores de América, aunque no encontró los caminos para lograrlo. Careció de esa electricidad en metros finales para dañar al adversario. No hizo efectiva su posesión.
Hinchas de Independiente podrán pregonar su preferencia por el tan mentado “paladar negro”. Pero el Rojo no ha sido nada deslumbrante. Sí tuvo orden y jugadores atentos a los traspiés de la visita.
En cuanto a individualidades, Nicolás Aguirre no se sintió a gusto como puntero izquierdo y poco vimos de las conexiones Miguel Almirón-Lautaro Acosta. Cuando el Laucha y el crack paraguayo están aislados entre sí, resulta difícil generar peligro. Vaya que lo es. Román Martínez no pudo oficiar de puente entre los dos pilares del ataque.
Martín Benítez sentenció el pleito en el acabose del primer tiempo, luego de rematar en soledad en la puerta del área. Eso significó un mazazo durísimo para la tripulación dirigida técnicamente por Jorge Almirón. Prosiguieron luego intentos con el ingresado Marcelino Moreno, pero Martín Campaña construyó un mural contra su arco. Por otra parte, sí que fue una picardía no aprovechar las pelotas detenidas. Cuando es complejo abrir cerrojos rivales, un balón quieto puede ser fundamental.
Párrafo aparte para la conducta del cuerpo técnico de Gabriel Milito. Nadie discute la sabiduría que pueda tener, pero las faltas de respeto no pueden ser pasadas por alto.
Dolerán por mucho los errores cometidos en el partido de ida, en el que el cuadro orientado por Gabriel Milito venció 2-0. Lanús quiso revertir esa situación adversa en el estadio Libertadores de América, aunque no encontró los caminos para lograrlo. Careció de esa electricidad en metros finales para dañar al adversario. No hizo efectiva su posesión.
Hinchas de Independiente podrán pregonar su preferencia por el tan mentado “paladar negro”. Pero el Rojo no ha sido nada deslumbrante. Sí tuvo orden y jugadores atentos a los traspiés de la visita.
En cuanto a individualidades, Nicolás Aguirre no se sintió a gusto como puntero izquierdo y poco vimos de las conexiones Miguel Almirón-Lautaro Acosta. Cuando el Laucha y el crack paraguayo están aislados entre sí, resulta difícil generar peligro. Vaya que lo es. Román Martínez no pudo oficiar de puente entre los dos pilares del ataque.
Martín Benítez sentenció el pleito en el acabose del primer tiempo, luego de rematar en soledad en la puerta del área. Eso significó un mazazo durísimo para la tripulación dirigida técnicamente por Jorge Almirón. Prosiguieron luego intentos con el ingresado Marcelino Moreno, pero Martín Campaña construyó un mural contra su arco. Por otra parte, sí que fue una picardía no aprovechar las pelotas detenidas. Cuando es complejo abrir cerrojos rivales, un balón quieto puede ser fundamental.
Párrafo aparte para la conducta del cuerpo técnico de Gabriel Milito. Nadie discute la sabiduría que pueda tener, pero las faltas de respeto no pueden ser pasadas por alto.