Dentro de ese contexto relució el regreso de Sebastián Leto, ídolo y referente para la parcialidad granate. En un puñado de minutos exhibió el repertorio que todos aguardaban desde su firma a principios de año. Maniobras notables en escasos centímetros, destreza para eliminar rivales y buena lectura del juego en los últimos metros de la cancha convirtieron al Flaco en una de las figuras. Sí, pese a que el resultado deja casi nada, la presencia de su espigada y portentosa humanidad invita a la ilusión.
El equipo de Guillermo Barros Schelotto debió acomodarse al cambio de nombres. Sin Carlos Araujo, Facundo Monteseirín se hizo cargo del lateral derecho de la defensa. Pasó sobresaltos por no ser esa su demarcación habitual, pero el dueño de casa inquietó poco. Por su parte, Víctor Ayala sufrió haber asumido un rol ideal para Fritzler y se apoyó en Nicolás Aguirre, de buena labor. En suma, el mediocampo no sufrió en demasía. Y cuando Jorge Valdez Chamorro vio el acrílico colorado, el compromiso táctico de todo el colectivo despejó los embates quemeros.
Pese a tener intenciones de jugar cerca del arco de Ibáñez, Huracán careció de rebeldía. Solo algunos desbordes del habilidoso Cristian Espinoza insinuaban peligro, pero siempre todo terminó en las manos de un seguro goalkeeper visitante. Bogado se transformó en una carta ofensiva interesante para el debutante DT Eduardo Domínguez -se retiró y tomó las riendas del Globo- y trajo complicaciones en la banda izquierda para Pasquini.
Justamente la chance más clara estuvo en los pies del marcador de punta zurdo. Luego de una titánica maniobra de Leto, la apertura del marcador quedó a disposición del cordobés pero falló el remate. De todas maneras, los balones detenidos también trajeron dividendos para la escuadra del Mellizo Schelotto: Gómez estrelló un esférico en uno de los postes y Ayala exigió dos veces a Marcos Díaz con venenosos libres directos.
Tercera igualdad al hilo para Lanús en el certamen de Primera División. Segundo 0-0 de corrido. El torneo ha quedado lejos; las copas (Argentina y Sudamericana), siguen a nuestro alcance. Sabe a poco lo visto en la Quema, pero hay que guardar algo de esperanza. Volvió el Flaco Leto. Está falto de ritmo y deberá acostumbrarse, mas su presencia debe generar ilusión para intentar cerrar el año del centenario con un trofeo más en nuestras vitrinas.