Soberbio triunfo construyó Lanús, que no solo crece en nivel sino que también afianza su liderazgo y sueños. El equipo de Jorge Almirón redujo a Newell’s a una sombra dentro del rectángulo y lo aplastó a puro fútbol. El 3-0 no hace más que revalidar el presente exuberante en el aspecto colectivo, sino que invita a la expectación por los notables rendimientos individuales.
Con un libreto que pretendía ser defensivo pero acabó siendo la nada misma, la Lepra presentó un 4-4-2 bien definido. Aunque, en gran parte del encuentro mutó a un 4-4-1-1, con el veterano Maximiliano Rodríguez como punta de lanza. El mezquino plan de presionar detrás de media cancha no hizo otra cosa que agua. Defender en línea y en una franja de 30 metros no resultó suficiente para contener las arremetidas del Grana, que volvió a encontrar soluciones gracias a su punzante posesión cerca del área adversaria.
El sector defensivo por Marcos Cáceres fue tierra fértil para que la velocidad del local encontrará su recompensa. José Luis Gómez y Miguel Almirón protagonizaron una noche admirable; el Laucha Acosta, a quien le cometieron el penal que derivó en la sentencia del pleito, también aportó soluciones. Este tridente no solo tuvo preponderancia en ataque, sino que maniató a Luis Advíncula, el muy buen carrilero rojinegro y de la Selección de Perú (insólitamente reemplazado por Mauro Formica).
Diego Osella buscó sacudir la jaula en la que estaba apresado su cuadro con la inclusión de Ignacio Scocco. La posibilidad de un 4-3-3, sistema que más alegrías le ha dado a Newell’s en el pasado reciente, tampoco apareció. A Maxi Rodríguez se le fue asignada la tarea de volantear y tomó menos responsabilidades ofensivas. Ante este panorama favorable, el elenco de Arias y Guidi dominó física, táctica, futbolística y mentalmente. La medular -que volvió a disfrutar de un ovacionado Agustín Pelletieri- también aprobó satisfactoriamente de la mano de Iván Marcone.
Lanús es una realidad. Hace estremecer a sus rivales con actuaciones atildadas, vistosas y contundentes. Los motivos para la esperanza abundan.
Con un libreto que pretendía ser defensivo pero acabó siendo la nada misma, la Lepra presentó un 4-4-2 bien definido. Aunque, en gran parte del encuentro mutó a un 4-4-1-1, con el veterano Maximiliano Rodríguez como punta de lanza. El mezquino plan de presionar detrás de media cancha no hizo otra cosa que agua. Defender en línea y en una franja de 30 metros no resultó suficiente para contener las arremetidas del Grana, que volvió a encontrar soluciones gracias a su punzante posesión cerca del área adversaria.
El sector defensivo por Marcos Cáceres fue tierra fértil para que la velocidad del local encontrará su recompensa. José Luis Gómez y Miguel Almirón protagonizaron una noche admirable; el Laucha Acosta, a quien le cometieron el penal que derivó en la sentencia del pleito, también aportó soluciones. Este tridente no solo tuvo preponderancia en ataque, sino que maniató a Luis Advíncula, el muy buen carrilero rojinegro y de la Selección de Perú (insólitamente reemplazado por Mauro Formica).
Diego Osella buscó sacudir la jaula en la que estaba apresado su cuadro con la inclusión de Ignacio Scocco. La posibilidad de un 4-3-3, sistema que más alegrías le ha dado a Newell’s en el pasado reciente, tampoco apareció. A Maxi Rodríguez se le fue asignada la tarea de volantear y tomó menos responsabilidades ofensivas. Ante este panorama favorable, el elenco de Arias y Guidi dominó física, táctica, futbolística y mentalmente. La medular -que volvió a disfrutar de un ovacionado Agustín Pelletieri- también aprobó satisfactoriamente de la mano de Iván Marcone.
Lanús es una realidad. Hace estremecer a sus rivales con actuaciones atildadas, vistosas y contundentes. Los motivos para la esperanza abundan.