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A 25 años de la obtención de la Copa Conmebol

Se cumplen hoy exactamente 25 años de que Lanús pusiera su chinche en el mapa futbolístico de Sudamérica. La primera estrella, la presea que nos permitió gritar “Campeones” a toda voz, ante el mundo del futbol grande. Veníamos de pelear nuestros primeros campeonatos con Miguel Ángel Russo, luego del segundo ascenso; comenzábamos a ganarle más seguido a los grandes con Patricio Hernández y, definitivamente, nos instalamos en el tablero de los mejores equipos de primera con Héctor Cúper. Y la corona para este proceso nos fue colocada un 4 de diciembre de 1996, en el Campín de Bogotá.

El trámite no fue fácil, la ventaja a defender era un 2 a 0 en la Fortaleza, con goles de Mencho Mena y Caño Ibagaza. Pero ni bien comenzado el juego revancha, tal vez la altura, quizás la presión del local, Independiente Santa Fe logró abrir la chapa con un penal madrugador, y poner el cartel 1 a 2. A pesar de la insistencia de los colombianos y los 89 minutos restantes, Lanús pudo mantener el marcador global a su favor y así se desataron los festejos en las tierras del buen café. El mítico Urraca González levantó la Copa cómo capitán e hincha, con la camiseta que hoy, en virtud a la conmemoración, estrena nuestro Sponsor técnico Peak, y todos los que desde el otro lado de la televisión no lo podíamos creer, salimos a festejar nuestra propia Copa del Mundo.

Los congregados para ver el match desde la pantalla gigante en el Rotili, salieron a copar la 9 de Julio. Los que lo vieron reunidos entre muchos en sus casas del lado Oeste, cortaron Pavón a la altura de la estación. Todos terminamos festejando hasta la mañana en la puerta de la sede. El plantel regresó al día siguiente y una multitud los recibimos en Ezeiza, escoltándolo hasta el viejo puente Arenas. En el cuartel de los bomberos de Lanús Este, autobombas esperaban para pasearlos olímpicamente por toda la parte oriental de la ciudad que los saludó cómo los campeones que eran. Y, al Rotili (nuevamente, como se acostumbró en los anteriores ascensos) una multitud logró hacerlo de goma, con los jugadores en andas y sus ropas cómo trofeos.

Cómo en un cuento de Soriano, donde imaginarios equipos de polvorosos pueblos patagónicos peleaban para ocupar un lugar en las noticias en diarios de provincia ganando un campeonato, Lanús logró patear su penal más largo del mundo, y salir CAMPEÓN, así, sin polvo y con todas las letras en mayúsculas. La Primera estrella.

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