La tripulación de Jorge Almirón ya focalizó su norte en los nuevos desafíos, que lo llevarán a recorrer en continente en la Copa Libertadores, en la que debutará el 9 de marzo con Nacional de Uruguay, como local. Mientras aguarda la definición de la activación del torneo local.
La acción comenzó con una iniciación de movilidad de cadera con obstáculos y luego una activación de velocidad corta con ejercicios físico-técnicos, que incluyeron los gestos de pase, recepción y conducción. Siempre bajo las indicaciones de Diego Ossés, en el campo ocho del predio.
Una vez finalizada esa primera fase, la actividad se mudó a las canchas cuatro y cinco, ya que el cuerpo técnico preparó diversos sets. En primera instancia se desarrolló un trabajo de posesión del balón, con el enfrentamiento de dos elencos de diez integrantes, más un comodín, en un terreno de 60×40 metros.
En la continuidad de la jornada, el plantel se predispuso a un fútbol en espacio reducido, con la particularidad de disponer de cuatro arcos. Esta tarea se llevó a cabo en 70×50 metros, con dos elencos de once y un comodín.
Por último, aquellos que tenían mayor carga por la final de la Supercopa se prestaron a un set de definiciones, bajo la tutela de Pablo Richetti. Al unísono, Almirón diseñó un táctico, para el que se demarcó el césped con tres zonas para mecanizar movimientos de defensa-ataque, con el objetivo de filtrar el pase gol y aprovechar la superioridad en ofensiva.
Román Martínez se movió diferenciado por el golpe en la clavícula derecha, mientras que Marcelo Herrera estuvo dedicado a sesión de kinesiología por la molestia en el gemelo derecho.