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Clasificar, la mejor despedida a Guillermo

Ya todos lo sabemos. Ramón Cabrero es uno de los entrenadores más emblemáticos de la historia del Club Lanús. Bajo su conducción, el sueño de alcanzar un título de Primera División tomó forma real y concreta. Su último ciclo finalizó en el Bosque ante Gimnasia, el 21 de junio de 2008. Aquella tarde, y con goles de Sebastián Blanco y José Sand, el Grana se impuso por 2-1.
Ya todos lo sabemos. Guillermo Barros Schelotto ha dejado en Arias y Guidi una estela que difícilmente se borre. Su aura permanecerá, al igual que el recuerdo de la Copa Sudamericana obtenida en 2013. Su ciclo, al igual que el de Cabrero, llegó a su acabose en La Plata contra el Lobo y también con triunfo 2-1. Una coincidencia que seguramente conmoverá hasta la última fibra de la mayoría de los hinchas.

Clasificar a la próxima edición de la Sudamericana era la mejor despedida posible para los Mellizos. El equipo merecía esta satisfacción luego del año escabroso que ya nos deja, en el que abundaron golpes duros ajenos a la vida normal de un plantel. En la serie el Granate encontró mejores argumentos para garantizar su presencia en el continente por undécima vez consecutiva. Y que se diga: no todos los cuadros pueden presumir hoy algo semejante. Ni siquiera los denominados grandes.

Lanús ha sufrido en la Ciudad de las Diagonales. Pero con un descomunal compromiso táctico y una enjundia ha conseguido el objetivo. Resistió jugar casi media hora con un futbolista menos (Miguel Almirón se marchó anticipadamente a los vestuarios en los albores del segundo tiempo) y se empleó a fondo en la línea defensiva. Los cambios le dieron resultado a Schelotto: con el ingreso de Araujo por Pasquini, Ayala pasó al mediocampo para darle a éste más consistencia; en el tramo final del compromiso, Di Renzo, autor del 2-1, suplantó al paraguayo y se adaptó a la medular del campo sin problemas.

¿Qué decir del Laucha Acosta? Es el héroe. Es el futbolista que gran parte de los simpatizantes del Grana querrían ser. Otra vez se erigió en la pieza más importante del cuadro del Sur bonaerense. A su rebeldía y velocidad le suma entusiasmo y ganas de ganar. Ese sello característico que ya portaba y que potenció desde la llegada de los Mellizos.
Duele tomar caminos separados con los Barros Schelotto, porque los momentos vividos vayan que han sido gratificantes. La despedida tiene un gusto agradable porque la participación internacional del año entrante está garantizada. Ya no estarán Guille ni Gustavo, pero Lanús respetará su legado y seguirá yendo por todo.

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