Ayer, los roles se han invertido y fue el Grana quien rescató una alegría tras vivir una pequeña dosis de angustia. El equipo dirigido técnicamente por Jorge Almirón derrotó 1-0 a Atlético Tucumán, gracias a una muy buena ejecución de Alejandro Silva. Si bien tocó la portería de Josué Ayala en varias oportunidades, también ha sido exigido por el rival, condicionado por haber perdido a su entrenador, Juan Manuel Azconzábal.
Más allá del resultado, la mejor noticia que se ha encontrado es que el tándem conformado por Silva y José Luis Gómez sigue dando satisfacciones. En la banda derecha parece que nadie puede detenerlos. Por escándalo, fueron los hombres más destacados de Lanús.
Es todo un mérito para el Granate haber mantenido el arco en cero frente a un cuadro con dos delanteros en estado de gracia, como Fernando Zampedri y Cristian Menéndez. Y más contemplando que Maxi Velázquez volvió a jugar en una posición que no es natural para él, más allá de que compensa todo con su experiencia.
La lesión de Román Martínez se antojó como un problema, puesto que sin él se perdió circulación en el cinturón del terreno. Atlético aprovechó bien la ausencia de nuestro director de orquesta y trasladó el desarrollo del partido a campo local. No obstante, la contribución de Fernando Barrientos resultó siendo valiosa.
Sin el jugador producido en Deportivo Morón, el desgaste que tuvieron que Miguel Almirón y Lautaro Acosta (los hombres más eléctricos del campeón argentino) fue mayor y no pudieron marcar tanta diferencia. Esto mismo fue admitido por nuestro director técnico en la conferencia de prensa posterior al partido.
Lanús sigue alimentando su ánimo, solidifica sus virtudes. Y, ahora, goza de la suerte que hace unas semanas no encontraba.