El equipo de Ramón Cabrero escribió, durante el segundo semestre de 2007, la más fantástica de las páginas de nuestra historia, una obra magnífica que perdurará no sólo en la memoria de todos los granates sino también en la memoria colectiva del fútbol argentino, de todos los hinchas del buen fútbol, vistoso y distinguido.
Este plantel y su cuerpo técnico lograron el objetivo máximo, que quedará en la historia. Y aparecerán sus nombres en los relatos inmortales de éste campeonato. Es la gloria eterna, esa que nunca mas podrá ser borrada.
Al llegar a la ciudad, desde la cancha de Boca, se sentía un clima de alegría nunca antes vivido. No sólo cerca de la cancha, sino ya en Gerli, la gente con banderas en las veredas de H. Irigoyen o los balcones de las casas, se multiplicaban. Y fueron miles en la estación y una multitud incalculable en el estadio, con un lleno total de las tribunas, el campo, gente en el poli, gente en las calles aledañas.
Alegraron a un barrio, que siempre lucho por hacer bien las cosas junto al club y alegraron al país por su honestidad y trabajo.
Por todo esto, éstas serán nuestras fiestas más felices. Por haber sumado una nueva estrella. Por ser campeón del fútbol argentino.
Gracias a todos los que aportaron algo para que el ansiado título sea hoy una realidad.
Destino de grandeza.
