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«Lanús es mi club, del que me hizo hincha mi abuelo»

Alguien está viviendo un sueño, y sobre todas las cosas, es granate, herencia del abuelo materno a toda la familia. Su carnet de socia dice que se llama: Julieta Martínez. De muy pequeña su tío descubrió que cuando pateaba el balón, se paraba distinto a sus primitos y tenía un algo que invitaba a creer. A los 7 sus padres la llevaron a jugar al Club Belgrano de Escalada, una semana después era la única niña de su equipo. Se convirtió en titular y fue galardonada con la “mítica” número 10 que lució en cancha hasta que terminó de participar en los torneos de A.D.I.L.A. Primero fue uno de sus técnicos, luego el hijo de este, los que le propusieron a Carina, la madre, casi a modo de exhorto, que la hicieran jugar en cancha de 11. Y llegó a las formativas de Lanús a los 10 años, donde sus entrenadores rápidamente vaticinaron su promisorio futuro. A los 11 saltó a entrenar con reserva y fue invitada al predio de AFA para compartir con seleccionadas más grandes. Luego de un parate obligado por la pandemia, debutó en la Primera del Futbol Femenino de Lanús, en 2021, y casi al mismo tiempo, llegó al Sub 17 de la especialidad.

Julieta tiene 14 años y monedas, y parece no medir el lugar que ocupa en la escena actual del fútbol profesional femenino argentino. Y es que, además de todo lo referido anteriormente, el domingo 20 de marzo de 2022, se convirtió en la jugadora más joven de la historia de la competición en convertir un gol. Para su corta edad es analítica en sus respuestas tanto cómo en su juego. Cuando se le formulan las preguntas para la pelota, mira a un punto fijo, sonríe como para despistar en la gambeta y piensa lo que va a responder. Tiene la mirada picante del jugador de potrero y el respeto de sus colegas que la consideran una hija y la sienten bien propia.

– ¿Cómo te percibís como jugadora?

– Juego al medio, de 10 o de 8 (le brillan los ojos y sonríe, insistiendo con la gambeta) como Iniesta, o sea, no voy a decir que sea Iniesta pero me encanta como juega y trato de copiarlo, lo miro en videos, lo analizo. También me gusta Xavi, me encanta cómo juega el Barcelona. Me gusta mucho el video análisis, me gusta Pep Guardiola.

Carina ya nos había anticipado que Juli es fanática de analizar videos de fútbol. Y queda demostrado cada vez que las preguntas apuntan al juego, hay como un tono de enamoramiento en el timbre de su voz cuando habla de lo propio:

– ¿Qué tenés que mejorar para completar lo que ya tenés?

– Me gustaría mejorar el pase, darle fuerza, hacerlo más filtrado. Después, cuando me hacen correcciones, trato de aplicarlas de inmediato al juego. Me dicen: Retrocedé, y enseguida trato de hacerlo. Soy una más, me siento a la par de mis compañeras, nada más que eso.

– ¿Y la Selección? ¿Cómo es esa experiencia?

– Uffff, entras al vestuario y pesa todo un poquito más (no encuentra la forma de disimular la emoción, se le aflauta la voz, achina los ojos, sonríe sin notarlo) Todos los habitáculos con la remerita colgada, las calzas, los pantalones las medias dobladas… Es hermoso. Los técnicos te corrigen, te hacen notar los errores, te hacen mejorar todo el tiempo. Eso y las compañeras que son las mejores. Jugar en canchas de césped que son impresionantes, donde pisa Messi que es un extraterrestre. Además, te inculcan valores de respeto: Buenos días, Buenas tardes, Permiso, las medias siempre altas. Es lo máximo.
 
Rodeado por la Escuela Media Número 12, el Barrio Obrero, las vías del viejo Ferrocarril Belgrano Sur y el esqueleto de la antigua Campomar; el predio de Alsina, es la porción de patria granate más al noroeste de nuestro Club. Como todos los días de entrenamiento, pasadas las 18 horas, desde la punta opuesta del distrito, en el corazón de Escalada Este, arriban Carina y Julieta. La jornada de Carina arrancó hace 12 horas entrando al primero de los dos Jardines de Infantes donde trabaja; la de Juli, algo más tarde, con un desayuno propio de la Deportista de alto rendimiento que es: huevos, tostadas con queso crema y jugo; a la tarde al cole en Media 2 de la avenida 9 de julio (la primaria la hizo en la 42 de la calle Roma). Una de las dos pasa directamente al vestuario y la otra se sienta a disponer de su primer descanso del día, sobre los viejos bancos de la Chebel, trasplantados alrededor de la cancha de sintético con medidas profesionales. Al preguntarle sobre el cotidiano de la familia y la actividad de Julieta, nos cuenta:

– Nosotros la apoyamos en todo, tanto el padre, cómo su hermano, cómo yo, estamos acompañando tratando de que no queme etapas. Juli es muy responsable y ama lo que hace, el futuro será lo que deba ser.

– ¿El gol del otro día?

– Casi me infarto en la tribuna. Verla a ella con esa felicidad, re emotivo. Recordar todo lo que vivimos el día del debut, que no nos dejaban presenciar por protocolo pero luego se abrió la posibilidad y llegamos tarde a verla. Este domingo, por suerte, estábamos mi marido, mi hijo, mi cuñado y yo. Tuvo la suerte que Fiamma  (Romero) le dio un pase barbaro y le quedó justita para definir. ¡Luego el festejo! Mi cuñado que no es de Lanús con la bandera puesta en los hombros, las amigas del cole de Juli, yo gritando el gol con toda la fuerza, fue un momento hermoso. Lo más divertido, es que Juli después me decía: “Fue un gol normal, mamá”, como si todos los días se hiciera el primer gol de tu carrera.
 
Terminado el entrenamiento, se nota el cariño y la admiración que sus compañeras tienen por Julieta. Mientras mantenemos la entrevista, dos jugadoras pasan y se turnan para decir “¡Chau Crack!”; “¡Que hija tiene Ud., señora!”. La jugadora sonríe con vergüenza, la madre con emoción. El día del gol, recibió todos los abrazos y sonrisas juntas, de chicas que la conocen y comparten entrenamientos en los últimos cuatro años. Julieta sabe que de algún modo se estará convirtiendo en bandera o en póster poco a poco, está llamada a ocupar una posición importante en los nuevos tiempos de generaciones empoderadas, y cuando se le pregunta por esta posibilidad demuestra que tiene claro que aún es prematuro pensarlo:

– ¡Es un montón! Mirá, no sé si estoy muy preparada para eso todavía, capaz que más de grande. No soy mucho de leer, me va bien en la escuela, me gusta informarme, pero me falta un montón. De todos modos me gustaría ser bandera algún día.
 
Lamentablemente el destino no le permitió al abuelo Carlos, el heredero de este amor por los colores, poder vivir semejante momento de manera presencial, pero Julieta se encarga de hacerlo vibrar hacia el lugar desde donde él lo pueda percibir diciendo, con el mismo tono emocionado que cuando habló de la Selección que:

– Lanús es mi club, del que me hizo hincha mi abuelo. Soy hincha de Lanús, es tan importante como la Selección. Es el Club del que sos hincha, el Club que amas, el que ves todos los domingos en la cancha. Siempre se busca dar un poco más.
 
La noche se hace implacable en esta parte del mundo donde el sentido de pertenencia se encuentra en estado sólido. Ya se van apagando las luces del predio, no así las de la mirada de Julieta que, cuando habla de Lanús, del futbol, de cómo lo vive: “Yo prefiero estar tranquila, jugar a la pelota, ¡Dejame jugar nomás!”;  y de su familia, se enciende y nos enciende. Y de este modo dejamos atrás el reducto de Alsina, sintiendo que estamos ante la presencia de un nuevo producto futbolístico de la cantera, de los valores y del corazón granate.

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