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Titánico y soberbio: Lanús borró a Belgrano

El triunfo conseguido ayer es para aplaudir por varios días más. Al menos, hasta el domingo a las 18.15. Lanús construyó una goleada abrumadora frente a Belgrano y avanzó a los octavos de final de la Copa Sudamericana 2015. ¿Por qué? Porque, en un contexto que le fue favorable desde el inicio, nunca mordió el fruto prohibido de la relajación.

La expulsión de Pablo Heredia descuajeringó el desarrollo en su totalidad. El trabajo táctico que habrá planeado Ricardo Zielinski se perdió por completo cuando el joven arquero embistió al Pampu González dentro del área. A partir del desmadre en el que se transformó el Pirata -que de todas formas mostró solvencia en algunos pasajes del compromiso-, el conjunto de Guillermo Barros Schelotto expuso sus argumentos para vencer.

Miguel Almirón, quien debutó como titular en el Grana, se erigió en la magnífica figura por mucha distancia. Exhibió precisión en el pase largo, desequilibrio en los metros finales de la cancha y buena capacidad para definir. Junto a Nicolás Aguirre conformaron una dupla letal en la banda izquierda del cuadro. Y además contaron con la ventaja del rival disminuido, que sin Lucas Parodi (pieza de cambio para que ingrese el guardavalla suplente Lucas Acosta) perdió peligrosidad contra la raya. Para colmo, ni los ingresados Emiliano Rigoni ni Jorge Velázquez, autor del descuento cordobés, pudieron aportar soluciones para plantar bandera en el mediocampo.

Cierto, muchos periodistas anotaron en sus libretas varias situaciones claras dilapidadas por el local: sin suerte, Víctor Ayala y Román Martínez tocaron dos veces la puerta celeste en el primer tiempo. Los hombres del Mellizo manejaron el esférico a su gusto; mientras, y con un claro 4-4-1, Belgrano buscaba una mínima ilusión a través de pelotas paradas o disparos de media distancia casi siempre defectuosos.

Otra gran virtud del Granate consistió en saber explotar cada uno de sus recursos. Lastimó con balones detenidos, contragolpes, por intermedio de la posesión, usufructuando espacios y también siendo oportunista. Una combinación insostenible para la formación de Barrio Alberdi, que sufrió la noche siniestra de varias de sus individualidades.

La felicidad reina otra vez en Arias y Guidi. Este plantel, que sabe cómo recuperarse de los golpes, levantó cabeza y ahora mira a la orilla este del Río de La Plata. Allí, en el Parque Rodó de Montevideo, aguarda Defensor Sporting. El próximo obstáculo de un equipo que quiere volver a enamorar al continente.

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