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Empate que puede valer oro

Mutó en nombres. Recibió cachetazos extrafutbolísticos. El nivel cambió porque el tiempo, evidentemente, pasa para todos. Es un axioma inamovible en el universo. Puede que la Bestia esté dormida ahora mismo. Pero en noches de Copa siempre, aunque sea por un momento, despertará. En Córdoba, lo hizo en la vejez del encuentro y rescató una igualdad que significa mucho.

Un gol de visitante en competencias internacionales toma una trascendencia notable y una densa carga psicológica. Es aquello que nadie quiere recibir. A cualquier hincha le incomoda ver la pelota filtrarse en las redes y escuchar un pequeño murmullo perdido en el estadio. Lanús lo consiguió y alimentó sus esperanzas de avanzar a los octavos de final de la Copa Sudamericana 2015. Existe una ventaja, pequeña, pero existe. La Fortaleza observará cómo se definirá la serie más pareja entre cuadros argentinos.

La tempranísima apertura del marcador (a los 15 segundos, Fernando Márquez anotó el tanto más rápido de la historia del certamen) trastocó al equipo de Guillermo. Belgrano aplicó una marca chiclosa y atrajo a Lanús hacia un contexto dominado por la pierna ruda. La medular celeste, comandada por Zelarayán en la creación y Prediger en la recuperación, maniató a su similar granate. Ante este panorama, Castellani -quien muestra sus mejores recursos flotando en el centro- y Román Martínez no hallaron espacios para conectarse y la generación de fútbol no se llevó a cabo.

Ante la falta del Laucha Acosta, Junior Benítez aportó rebeldía de manera esporádica. Entregó algunas de sus mejores gambetas y ayudó a que la visita recuperara terreno perdido. Además de sus pinceladas, el Flaco Leto asustó con solo su nombre propio para contribuir en esa pequeña meta. Otra vez, sin embargo, la solución radicó en las pelotas detenidas. Por éstas, y más allá de la inclusión de Bolatti, la escuadra de Ricardo Zielinski se refugió en su porción de cancha.

Vaya que este recurso le ha dado soluciones al Mellizo Schelotto. De los últimos nueve goles que ha marcado su equipo, seis tuvieron su génesis esféricos fijos. La prodigiosa pegada de Víctor Ayala y la excelencia de Gómez en las alturas decretaron un resultado que amerita una fuerte apretada de puño. Una combinación guaraní que no se cansa de traer sonrisas.

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